Nunca había caminado tanto para pensar, ni había fumado tanto para dejar de hacerlo, nunca la claustrofobia se había apoderado de mi en estas cuatro paredes, que me sofocan y por un minuto me había quedado sin ilusiones. (Tan solo un minuto)
Nunca mis planes habían sonado tan banales jamás un detalle tan pequeño me había hecho sentir tan humanamente prescindible, nunca me había sentido tan agradecida con tantos amigos, que siguen allí esperando a ver mi caída para ayudar a levantarme, por que soy yo quien ya no sabe volar.
El tiempo sigue pasando y mi ánimo de celebrar se va por el retrete y las frustraciones crecen y todo se va… definitivamente lo más valioso que tenemos es la paz y la tranquilidad.
Promesas vacías que nunca han de cumplirse y la fotografía de una imagen perfecta, pero tan fuera de foco, tan nublada, tan retocada, tan falsa, quiénes son los que aparecen en las fotos de los marcos que uno compra en las tiendas, seguramente personas que no se conocen; familias que no existen mas que en la imaginación y en los libros de cuentos.
Me dedicare a hacer mudanza, a pintar de otro color las paredes, a acomodar mis recuerdos y a crear mañanas en mi cabeza, dejar que la corriente del río se lleve todo aunque sea devastador, para después tomar fuerzas dar un paso adelante o dos atrás.
Cerrare los ojos y pediré un deseo y los mantendré cerrados mucho, mucho tiempo hasta olvidar que fue lo que pedí y lo que perdí por andar de pedinche, hasta que sin darme cuenta la marea baje, la lluvia cese, y el sol brille otra vez, hasta poder ver ese rayito de sol que ilumina mi vida y que se fue con la primavera.
Tal vez me vuelva un animal nocturno en busca de saciar mi hambre y mi sed, sin moral, sin misericordia, así, salvaje como es en realidad el mundo, o un animal imaginario, en la búsqueda de lo etéreo de lo mítico, de lo sublime, de lo que falto, de lo que se perdió, lo cierto es que no se puede ser ambas cosas, o si?
Tal vez deba regodearme en el verano y en el otoño y después sumirme en el frío invierno, dormir para no sentir, tal vez deba de meterme a un capullo, tomarme el tiempo y no salir hasta que salga el sol para entonces volver a brillar.
Tal vez tan solo deje de pensar y comience a actuar, sin miedo, sin culpa, sin celos, ni remordimientos, sin ataduras, sin cerraduras, abierta a lo que la vida depara, diciendo si, sin buscar, sin oír, sin creer, sin tener, sin esperar, sin prometer.
Casa.
Hace 1 año
0 comentarios:
Publicar un comentario