Como si pasar por el centro el día anterior no hubiera sido
suficiente el domingo después de almorzar unos ricos tacos de carnitas, cual
chacha en domingo por la alameda, acompañe a mi mujertz a preguntar por unas
cosas allá por el zócalo…
Cruzamos todo el pasaje de los libros, que tristemente no
tiene librerías abiertas en domingo, saliendo por el zócalo empezamos a
caminar, CAMINAMOS Y CAMINAMOS Y CAMINAMOS, preguntando y comparando, (por
lo menos esta vez no nos perdimos cosa
bastante común cuando vamos por allá) y cuando habíamos hecho lo que teníamos
que hacer y estábamos pensando a dónde ir , detuvimos abruptamente nuestra
marcha al darnos cuenta que de unos de los balcones del Sanborns de los
azulejos se asomaba una cantante de ópera interpretando varias piezas en vivo y
a todo color, dirigidas a un público de transeúntes que detenían su marcha por
unos minutos para escucharla y que le aplaudían soportando al mismo tiempo una
bocina con música de reggaetón de un lugar al lado.
Como eso último no estaba nada chido decidimos entrar al
lugar, subimos al bar y pedimos un par de cervezas, pero la cantante no estaba
en esa área, así que discretamente decidí investigar y me cole a un lugar del
mismo bar del otro lado de la pared un poco mas privado, en donde una docena de
personas apreciaban la música a escasos metros de la cantante, dicho sea de
paso las personas que allí se encontraban nos recibieron muy bien y nos
regalaron un programa con las actividades del mes, allí nos enteramos que hasta
cierto punto estos “recitales” son algo común en esos balcones (yo no sabía)
Fue algo lindo e inesperado estar allí, cuando volvimos a
nuestra mesa la sorpresa fue que era la
hora feliz por lo que nuestro par de cervezas se volvieron 4, nos llevaron botanitas y aprovechando comimos
algo ligero, platicamos y divagamos y después seguimos nuestro camino para
terminar en casa.