Soy mediocre porque decidí no empeñar mi vida en un trabajo
que me esclavizara aunque fuera algo que me gustara. Soy mediocre porque
trabajo pocas horas y gano poco dinero, porque me he acostumbrado a desear
relativamente pocas cosas. Soy mediocre
porque me basta con poder de vez en cuando algún pequeño gusto.
Soy mediocre porque no me interesa tener un auto, o una casa,
no me interesa el último modelo de celular o la ropa de marca, en general las
cosas esclavizan y su tenencia se convierte en una co-dependencia absurda y en
la atrofia de nuestras propias capacidades y lo que aparentemente nos facilita
la vida hace precisamente que dejemos de vivir de a poco, además de que al entrar en este “estilo de
vida”, la propia vida no es suficiente
para conseguir los medios para tener todo esto.
Soy mediocre porque nunca he aceptado tener demasiadas
responsabilidades, como bienes
materiales, una jefatura o un hijo, llegue sin nada y sin nade he de
irme, quien quiera hacerme caso que lo haga por que quiere, no porque tenga que
hacerlo y mi trascendencia si es que eso es posible en este diminuto mundito, no depende de un acto tan vulgar como el de
tener un hijo, solo para reconocer mis facciones en otra vida y ver cómo crece,
hay demasiadas vidas que puedo observar y ver crecer sin tener que llamarlos “familia”.
Soy mediocre porque hay pocas cosas importantes y en verdad
a casi nadie le importan porque están entretenidos con las cosas vanales.
Soy mediocre por no querer ser la mejor, porque los trofeos,
las medallas, los diplomas y los reconocimientos, no son más que objetos
insignificantes, de materiales que en el mejor de los casos son absurdamente
valorados, avalados por personas que difícilmente me conocen o que me califican
según parámetros cuantitativos absurdos. Hago las cosas porque lo siento,
porque es necesario, porque me gusta pero no me interesa el reconocimiento ajeno.
Todos lo queramos o no estamos instalados en una absoluta
mediocridad, en la situación ideal, podemos estar mejor, pero podríamos estar peor, siempre hay alguien más ó menos rico,
inteligente, feliz, poderoso etc. y por más que nos esforcemos o nos dejemos de
esforzar seguirá así, un poco más arriba
o más abajo.
Hay tan pocas cosas en verdad necesarias pero el sistema nos
hace creer que necesitamos todo lo que el propio sistema provee y al mismo
tiempo todo es tan permanentemente obsolescente.
Vivimos en una carrera que nunca termina sin detenernos a pensar porque
corremos o si en verdad nos conviene correr o salirnos de la pista.
Soy tan mediocre que ni siquiera defiendo una religión pues
ciertamente ninguna me convence.