De que Dios dice a dar, da a manos llenas aunque sean puras
penas…
En resumen ya no tengo carro, lo cual me llena de
sentimientos encontrados (muchos)
Tristeza: porque la situación en las calles cada día está
peor y la ineptitud de la autoridad es abrumadora, la burocracia sorprendente y
la falta de sensibilidad increíble, porque ya no hay una división entre
delincuencia y servidores públicos y el dinero es el único lenguaje que reconocen,
porque no se dan cuenta cómo una acción afecta a tantas personas.
Impotencia: Porque no hay nada que hacer y porque
seguramente habrá que desembolsar dinero para cualquiera que sea la solución al
problema, pero al mismo tiempo no se que procede después de eso
Indiferencia: Porque ciertamente yo ni ocupaba el auto, a
pero eso si que en el papelito este tu nombre como jode.
Asombro: Al darme cuenta como la palabra de la personas cada
vez vale menos y a las personas que menos piensas que le pueden afectar tus
desgracias, resulta que algún poder sobre humano les dio mágicamente una vela
en el entierro, tienen voz y voto y más… y les duele más que a uno porque ya
contaban con “eso”.
Indignación: Porque es muy fácil abrir la boca para
conjeturar una serie de locuras que
parecen salidas de una telenovela del canal donde te estrellas, con tal de no
cumplir lo que prometieron
Rabia: Porque la buena onda de la gente es inversamente
proporcional a los favores que te puedan sacar y a veces solo si sienten que
tienen ventaja es cuando se dicen tus amigos.
Tranquilidad: porque nunca estuve del todo conforme con el
pinche juguetito, que se vuelve un gasto permanente.
Por lo demás las cosas siguen igual, y ni para cuando cambien lo que me hace pensar si en verdad debería de hacer algo al respecto de manera permanente
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