Hola niñas hoy les traigo una colaboracion de mi Dra. favorita, saludos...
Amor a la luz de las velas
Por Lilian Rouge
Son las 3 de la mañana y en vez de dormir está frente al espejo del baño mirándose, toca su rostro comenzando por la frente descendiendo hacia las mejillas y los labios, no se reconoce, se acerca más para observar sus ojos pero en eso tocan la puerta y la interrumpen es el mesero que le lleva la botella de vino tinto fría que pidió junto con el helado de cereza negra y trozos de chocolate amargo así como las velas aromáticas de sándalo ahora solo falta que llegue a quien espera.
Esta en un Hotel de esos que la gente llama “ de paso”, últimamente se ha hecho adicta a éstos, le gusta la clandestinidad que le ofrecen, definitivamente no es un sitio para “niñas bien”. Ríe sola y dice “¿Acaso las niñas bien no podemos tener noches de sexo frenético?”. Se acuesta en la cama King Size e impulsivamente sus manos comienzan a desabrochar sus jeans, aun no llega su amante de ocasión y la paciencia no es su fuerte así que decide empezar la aventura sola, le gusta sentir su piel y comenzar a formar la imagen de ese rostro especial en la mente, el cambio de texturas, la humedad en sus dedos que aumenta conforme la imagen mental se convierte casi en una alucinación. Tocan a la puerta tres veces, es la señal esperada, le da gusto a pesar de que interrumpió su momento.
Nunca han tenido necesidad de decirse muchas palabras así que se tiró directamente a sus labios, los besos no fueron mas que el inicio, le gusta sentir la desesperación por despojarla de su ropa y sentir como si cada centímetro de su cuerpo fuera una puerta que se abría ante las caricias brindadas, de pronto ella se levanta para abrir el vino, no lo deja respirar puesto que le da un trago directo de la botella, mientras su amante le pide “Quítate la ropa”, ella sonríe y obedece sin preguntar, “Acércate” le ordena, una vez más no cuestiona, con una mano comienza a tocarla, desciende por el centro de su cuerpo para cerciorarse justo en medio de sus piernas que el placer es inminente, ella vierte el vino frío en sus piernas y le pregunta “¿bebes?”
Era un gusto en común el citarse en las madrugadas la hora prohibida en la que todos deberían estar en casa esperando que salga el sol mientras en la calle no hay mas que tinieblas, si, amarse en la penumbra para alumbrarse con velas que llenan el cuarto con aroma a sándalo, “Tómala” le pide mientras con la cabeza le señala la vela. No puede dejar de ver la flama dorada, se acuesta boca arriba y extiende sus brazos por encima de su cabeza, ahora se mira en el espejo que esta encima de la cama inspira hondamente y susurra “Hazmelo”, los gemidos escapan de su garganta involuntariamente mientras la cera caliente toca su abdomen y su pecho , le quema por un instante pero es justamente eso lo que la excita, ese breve dolor que al final se siente igual que las caricias y la llevan directamente al más violento orgasmo.
Seis de la mañana, el sol trae consigo un día nuevo y el fin de su placer, la obscuridad poco a poco cede el paso al amanecer así como su cuerpo le permite cubrirle con ropa nuevamente; sopla para apagar las velas y su pasión, se despide con un tierno beso en la mejilla de su amante, sube a su Yaris color plata y se va con la firme intención de repetirlo el siguiente Viernes.
Amor a la luz de las velas
Por Lilian Rouge
Son las 3 de la mañana y en vez de dormir está frente al espejo del baño mirándose, toca su rostro comenzando por la frente descendiendo hacia las mejillas y los labios, no se reconoce, se acerca más para observar sus ojos pero en eso tocan la puerta y la interrumpen es el mesero que le lleva la botella de vino tinto fría que pidió junto con el helado de cereza negra y trozos de chocolate amargo así como las velas aromáticas de sándalo ahora solo falta que llegue a quien espera.
Esta en un Hotel de esos que la gente llama “ de paso”, últimamente se ha hecho adicta a éstos, le gusta la clandestinidad que le ofrecen, definitivamente no es un sitio para “niñas bien”. Ríe sola y dice “¿Acaso las niñas bien no podemos tener noches de sexo frenético?”. Se acuesta en la cama King Size e impulsivamente sus manos comienzan a desabrochar sus jeans, aun no llega su amante de ocasión y la paciencia no es su fuerte así que decide empezar la aventura sola, le gusta sentir su piel y comenzar a formar la imagen de ese rostro especial en la mente, el cambio de texturas, la humedad en sus dedos que aumenta conforme la imagen mental se convierte casi en una alucinación. Tocan a la puerta tres veces, es la señal esperada, le da gusto a pesar de que interrumpió su momento.
Nunca han tenido necesidad de decirse muchas palabras así que se tiró directamente a sus labios, los besos no fueron mas que el inicio, le gusta sentir la desesperación por despojarla de su ropa y sentir como si cada centímetro de su cuerpo fuera una puerta que se abría ante las caricias brindadas, de pronto ella se levanta para abrir el vino, no lo deja respirar puesto que le da un trago directo de la botella, mientras su amante le pide “Quítate la ropa”, ella sonríe y obedece sin preguntar, “Acércate” le ordena, una vez más no cuestiona, con una mano comienza a tocarla, desciende por el centro de su cuerpo para cerciorarse justo en medio de sus piernas que el placer es inminente, ella vierte el vino frío en sus piernas y le pregunta “¿bebes?”
Era un gusto en común el citarse en las madrugadas la hora prohibida en la que todos deberían estar en casa esperando que salga el sol mientras en la calle no hay mas que tinieblas, si, amarse en la penumbra para alumbrarse con velas que llenan el cuarto con aroma a sándalo, “Tómala” le pide mientras con la cabeza le señala la vela. No puede dejar de ver la flama dorada, se acuesta boca arriba y extiende sus brazos por encima de su cabeza, ahora se mira en el espejo que esta encima de la cama inspira hondamente y susurra “Hazmelo”, los gemidos escapan de su garganta involuntariamente mientras la cera caliente toca su abdomen y su pecho , le quema por un instante pero es justamente eso lo que la excita, ese breve dolor que al final se siente igual que las caricias y la llevan directamente al más violento orgasmo.
Seis de la mañana, el sol trae consigo un día nuevo y el fin de su placer, la obscuridad poco a poco cede el paso al amanecer así como su cuerpo le permite cubrirle con ropa nuevamente; sopla para apagar las velas y su pasión, se despide con un tierno beso en la mejilla de su amante, sube a su Yaris color plata y se va con la firme intención de repetirlo el siguiente Viernes.
1 comentarios:
Hola, siempre logras crear una atmósfera inquietante... me transportaste a la luz de las velas...
Saludos
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