Hoy al caminar debajo de los rayos del sol me sentí tan
viva, hay algo en ese calorcito que reconforta al alma, quizás tengamos parte
de planta y hagamos algo parecido a la fotosíntesis, tanto que ahora que estoy
a la sombra me siento prisionera…encerrada, pasmada, oxidada, aburrida,
cansada, deprimida, ahogada, desesperada…
Prisionera de mis sueños y mis pasiones, prisionera de mis
creencias, de mi inocencia, de ciertas esperanzas y sueños, prisionera de esa
realidad constante, repetitiva y predecible, de las obligaciones y las deudas,
de los compromisos y las expectativas… de esos deberes y haberes, rezando a mi
Dios interior que eso sea lo que llaman evolución, y que próximamente renazca
en mi ese ser místico inmune al mundo cotidiano, sabio, resplandeciente y hasta
cierto punto inhumano, independiente, paciente, consiente y sencillo.
Nada es como uno se lo espera, nada es como la fantasía
desfigurada que habita en lo profundo de nuestras mentes, en la realidad cumplir nuestros sueños no
satisface nuestra hambre, entre mas tenemos más vacios estamos, entre más
creemos mas decepcionados nos encontramos.
Que es peor,
esforzarse toda la vida por algo que en el fondo no tiene trascendencia
real y darnos cuenta que en el fondo eso que creíamos tan importante no vale la
pena, o no esforzarse en lo absoluto a
sabiendas que nuestra vida es efímera e igualmente intrascendente, sentarnos a
ver pasar el tiempo, regodearnos en nuestra ignorancia y esperar a la muerte.
Solo nos quedan nuestros recuerdos, nuestra memoria, eso que
nos hará reír cuando seamos viejos y comprendamos que la vida se nos fue, que
el mundo nunca mejoro, que nadie nos rescato y que como dicen los viejos todo
tiempo pasado siempre fue mejor…
Si el miedo a la muerte y las enfermedades no fuera tan
arraigado y aceptáramos ser viejos a edades medias, estaríamos fuera de este
sistema a edades en las que todavía se puede disfrutar de la vida un
tiempo, para enfermar de algo (curable
tal vez) y después morir como cualquier otro, pero somos arrogantes y nos
aferramos a la vida aunque ya no nos guste el mundo.
Somos la gran decepción de la creación, los guardias
corruptos de un sistema imperfecto, incapaces de sentir una verdadera empatía y
victimas de nuestros deseos, de esas falsas promesas que nos anuncian a diario
por algún medio u otro, de esas ganas de ser “más y mejor”.
Profundamente egoístas, oportunistas, derrochadores y
consumistas, parásitos cínicos que acaban con todo con una sonrisa o con cara
de indiferencia, aquellos que son felices con la venda en los ojos con una
galleta condicionada que nos hace mover la cola cual perro y salivar, pues la
realidad es tan horrible que no la queremos
ver, seres débiles, rémoras de un sistema que nos enseña verdades a
medias.
Que lento es el despertar y que escasos son los milagros,
como duele la conciencia en un mundo rodeado de indiferencia, ya ni la
esperanza en un mundo mejor nos da energía para seguir y sin embargo aquí y
allá hay personas felices que son tildadas de locas.
Ojala y la humanidad se pusiera en huelga por un día para
oír el silencio, para sentirnos solos, para voltear a ver al otro...
…para dejarnos sorprender y conmover por algo que siempre
estuvo allí...
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